Buscó un lápiz y no lo encontró, va de su mano un lapicero, tal vez porque así el momento lo deseó, no olvidar pequeños errores y no olvidarlos en el intento del todo era lo que dictaba su corazón , eso es, no olvidar, era lo que no quería en esos días, en esas horas, en aquella situación, con tan solo pensar que esos recuerdos la harían pensar que le marcarían para toda su corta vida, ese recuerdo del rechazo según ella, el rechazo a ser olvidada y a no aprender a olvidar.
Un manto de mentiras era lo que cubría a su corazón, mentiras que algún día fueron ilusiones irreales, fuera de lugar al querer entrar al mundo de un segundo. Acercándose la tormenta, en un día que ella consideraría único y eterno, los rayos fueron reflejando la “luz” que algún día consideraría como lo verdaderamente vivido, pero lo que no sabe es que esas luces matan, parten tu cuerpo, lo destruye apenas va rozando con tu piel, llega a la sangre, recorre el camino, fluye hasta derrumbar tus conocimientos. Simplemente pierdes conciencia ya sea por un buen tiempo o por siempre. Ella no piensa en las consecuencias y solo se enfoca en aquella luz que alguna vez alumbro su vida, aquella oscuridad que la rodeaba. Consideró el único camino a probar sin tener en cuenta que de la misma oscuridad no hay una salida y si hay una salida, no hay camino a esta.
Se aferró a creer en lo que su corazón le decía, pero con el tiempo ella perdió las esperanzas que en su propio corazón solían ser las venas que lo sujetaban para poder vivir, tan sólo la llevó al sendero equivocado, lleno de obstáculo; huecos, barro, simplemente sentía luego que vivir en su propia oscuridad sería lo ideal, volver a no tener fe en su corazón hasta que este vuelva a palpitar siquiera una vez en su vida, pero al dejar de creer, perdió esa confianza y dejó todo suceder como debía tal, dejó hacer que todo la afecte, que la destruya internamente y llegue a querer a no ser la misma de antes.
Sus ojos se sellaron por aquella luz fuerte y con vida, sí, la destruyó, arruinó el reflejo de la verdadera personalidad, las ventanas del alma, los ojos. Así de simple al ver como esa luz se hacía más fuerte e intensa y a la vez le hacía un daño único, lo que alguna vez que ella consideró luz fue realmente un engaño de la desesperación y resultó ser la misma oscuridad.
Aún así, sin conocer la razón por la que creyó en esa luz, continuó sin alguna importancia, su debilidad al no tener visión de lo que realmente pasaba se hizo profunda, el entrar a un nuevo mundo se fue haciendo fuerte y cercano por algunos momentos. Esto hacía que su corazón de algunas señales de vidas, por momentos. Pero el tan solo hecho de la cruda y emblemática realidad hacía que abriera los ojos, pero al abrirlos no apreciaba nada, absolutamente nada, todo era negro, oscuridad, porque comenzó en su corazón la era de la fe perdida y es así la forma en la que no volvió a confiar en su corazón y simplemente tomo la decisión de ver las tormenta pasar y ver hacer lo que quieran con el paisaje, le vino el recuerdo a la mente lo que un picaflor en su alcoba le dijo “ luego de una tormenta, el sol vuelve a brillar”.
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